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El­Dorado

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El libro "Lo gran desconocido", de Raymond Bernard, describe un mundo interior en el planeta Tierra...

Después de la bien conocida experiencia vivida por el Almirante americano Richard E. Byrd, el cual penetró en las aberturas de los polos, muchos escritores e investigadores especializados propusieron, a aquéllos que deseaban saber más sobre esta fascinante experiencia del Almirante R. E. Byrd, una serie de previsiones sobre la real existencia de una civilización superior subterránea, científica, social y económicamente, muy evolucionada, más evolucionada que la que vive en la superficie terrestre.
Hasta esten punto, nada que decir de nuevo, nada que contestar.
Es verdad y muy cierto que bajo la corteza del planeta existen dos grandes continentes: "Agartha" e "El­Dorado".
La entrada principal del continente "Agartha" se encuentra en el polo norte, mientras que la del continente "El­Dorado" se encuentra en el polo sur.
Ambos continentes se comunican a través de túneles subterráneos que son recorridos por "medios" científica y tecnológicamente perfectos.
No es exacto cuando se afirma que estos habitantes subterráneos son solamente terrestres supervivientes del continente Mu y del continente La Atlántida. Es verdad, en cambio, que existe una colonia muy numerosa, ayudada e instruida por seres provenientes de otras constelaciones y portadores de unas características dimensionales distintas a las hasta hoy conocidas.
Los prodigiosos medios que posee esta colonia, tanto en el campo aero­espacial como en el técnico­científico, respecto a la energía magnética y a todo cuanto la colonia disfruta para una existencia sana, próspera y feliz, han sido concedidos por los "Ingenieros de la Genética Astral", Hijos de lo Imponderable, Creadores de formas y sustancias, por Aquéllos que han hecho al hombre a Su imagen y semejanza.
Los discos volantes (trazadores magnéticos) no son fruto de la ingeniería de los Atlantídeos o de otras comunidades terrestre.
Las superiores capacidades psico­físicas que estos colonos subterráneos poseen son el fruto de las enseñanzas recibidas por los Astrales.
Asimismo, es verdad que, para estos personajes de capacidades multidimensionales y mutantes, no existe el tiempo­espacio y no existen dificultades de ningún tipo para desplazarse, instantáneamente, desde un punto a otro del Universo. Son estos Señores quienes tutelan ese paraíso escondido, pero no perdido; son estos Señores quienes podrían, de un momento a otro, decidir la "Renovación" y llevar de nuevo a la superficie este paraíso oculto, con todo lo que contiene.

Hace tiempo nos hablaba de un precioso material no conocido por los habitantes de la superficie terrestre.
¿Puede ilustrar algunas de sus características? ¿Es utilizado también en El­Dorado?

Se llama "Diamantita" y es la materia prima más difundida que utilizan los Extraterrestres para la construcción de edificios y de medios de locomoción.
El uso de esta materia, aparte de ser benéfico, posee características de excepcional seguridad y de prodigiosas capacidades cosmodinámicas. Las islas espaciales son construidas, en gran parte, con este "cristal", para los terrestres de ciencia ficción, portador de capacidades cohesivas modificables y de dinamismos de excepcional potencia.
El proceso para producir este prestigioso material no es muy diferente al del que produce naturalmente el diamante. La diferencia sustancial está en el hecho de que la diamantita posee unos dinamismos particulares tales que aseguran específicas exigencias espaciales y dimensionales. Los edificios de "El­Dorado" están construidos con este particular material, y no sólo los edificios. ¿Acaso alguien ha enseñado a los justos de este mundo cómo producirlo y utilizarlo? De eso, hablaremos a continuación.

¿Quiere hablarnos un poco del mítico El­Dorado? ¿Quiénes son los extraterrestres que viven entre nosotros?

El­Dorado, a pesar de haber sido hasta hoy una ilusión y un sueño no satisfecho de numerosos exploradores, no ha nacido de la ferviente imaginación de algún soñador; no es fruto de la fantasía, ni es un mito, ni un simbolismo. El­Dorado existe realmente, cual ciudad subterránea, como de ciencia­ficción, forjada en oro purísimo, construida mucho tiempo antes de la desaparición de La Atlántida, antes aún de que los habitantes de este continente degenerasen por el uso de la ciencia y de medios recibidos por parte de los Confederados Intergalácticos, Señores de la Luz, con características multidimensionales.
Su base operativa se hallaba en la isla de Poseidón, con el fin de instruir a los atlantídeos sobre la Ley Cósmica y de realizar los presupuestos ideales para poder integrar el planeta Tierra en la Confederación.
Pero su progresiva degeneración impidió tal proyecto.
Algunos atlantídeos realizados, no contaminados por la degeneración, fueron destinados, por elección suya, a poblar El­Dorado; y a otros, no suficientemente idóneos, les fue concedido emigrar, antes de que tuviese lugar el cataclismo en Oriente y en Occidente (América central, Africa oriental, Egipto, Mesopotamia).
Actualmente, en El­Dorado existe una fecunda colaboración y una imponente actividad, con el fin de salvar al planeta de una catástrofe nuclear.
Esta "Ciudad de Oro" es una parte de aquel paraíso terrestre, otro mítico lugar de bíblica memoria perdido por la humanidad, y tiene vida propia, independiente de la vida en la superficie, alimentada por la energía de un Sol central artificial que emana una luz dorada. Se encuentra en el corazón del planeta y goza de una rica y fecunda vegetación, con lagos y ríos de agua cristalina purísima, con animales mansos y serviciales, con edificios confortables preservados por estructuras de seguridad, más allá de la ciencia terrestre, contra eventuales actos vandálicos de los terrestres, y provistos de dinamismos particulares.
Sin embargo, la ciudad de El­Dorado no está totalmente aislada del resto del planeta, pues tiene numerosas vías de comunicación, túneles largos y espaciosos que permiten a los muy sofisticados medios, de los que dispone la Ciudad de Oro, alcanzar la superficie. Las principales salidas, las más comunmente utilizadas por sus habitantes para llevar a cabo sus misiones, son los dos Polos. También existen otras salidas secundarias en muchos puntos diversos de la Tierra, entre las cuales las más activas se encuentran en el Triángulo de las Bermudas y en el lago Titicaca (Perú).
En El­Dorado existe también un cosmopuerto capaz de acoger numerosas naves espaciales provenientes de los espacios externos. Algunos exploradores de nuestro tiempo, que se aventuraron en las inmensas extensiones de hielo del Artico y del Antártico, a la búsqueda tal vez del punto focal de los Polos, narraron haberse encontrado en una población de gigantes y haberse adentrado en zonas abundantes en una fecunda vegetación ciertamente no polar, iluminadas por una radiante luz dorada proveniente de una fuente desconocida para ellos, y acariciadas por un clima muy benigno de eterna primavera. Naturalmente, sus narraciones fueron tomadas por fantasías o alucinaciones.
Y no son pocos los testimonios de algunas poblaciones del Artico, que a menudo cuentan ver enormes astronaves que salen y entran por lugares misteriosos, donde no encuentran ninguna huella, mientras las poblaciones peruanas de las zonas andinas narran encontrarse periódicamente, desde tiempos inmemoriales, con los Señores de la Luz, dialogando con ellos y llamándolos Grandes Padres, recibiéndolos como huéspedes de consideración y, sobre todo, sabiendo quiénes son y de dónde vienen.
Se ha hablado muchas veces de Hombres­Dioses, de descendientes de las razas del pasado, de instructores de la humanidad que están presentes pero de incógnito en la Tierra. Gracias a las revelaciones de estos "enviados" especiales, instructores del mundo, sabemos que la ciudad de El­Dorado está constituida, en su mayor parte, por terrestres cuidadosamente elegidos, que viven en fraterna comunión con habitantes de otros planetas que forman parte de la Confederación.
Las coordinaciones de todas las estructuras sociales están confiadas a científicos, entre los cuales figura el eminente físico, Ettore Majorana, así como otros colegas suyos, desaparecidos misteriosamente de la superficie de la Tierra.
Junto a ellos trabajan otros científicos de la Confederación, a quienes les será confiado el cometido, el día de mañana, de dirigir y regir la evolución científica del planeta.
El pueblo de la "Ciudad de Oro", aparte de gozar de la libertad incondicional de poder traspasar el tiempo­espacio, goza también del privilegio de transmitir un particular código genético (GNA) a los recién nacidos, los cuales conservan la incorruptibilidad.
En casos excepcionales, o cuando determinados programas lo exigen, algunos de ellos pueden ir a la superficie, confundirse con los hombres de la Tierra haciéndose irreconocibles, vivir sus costumbres, elegir a una mujer, examinada a priori y particularmente predispuesta, y fecundarla con el fin de introducir en el ambiente seres portadores de su genética evolutiva.
Dicho proceso tiene lugar durante unos períodos particularmente importantes que tienen que ver con la evolución de la humanidad, teniendo en cuenta que esta fecundación ya está en curso desde hace varios años. En este final de siglo, se han efectuado muchas manipulaciones genéticas de gran interés en algunos recién nacidos, pero de este tema, por ahora, prefiero no hablar; no obstante, puedo decir que se dan intervenciones directas e intervenciones indirectas; las primeras son efectuadas directamente por el pueblo de El­Dorado, mientras las otras son efectuadas a través de sujetos masculinos terrestres idóneos para transmitir el semen de la genética superior; no obstante, estas intervenciones indirectas pueden fallar. Los regidores de esta Obra cósmica son los Elohim, Potencias creantes de formas y sustancias, Señores de la Luz y portadores de la Inteligencia Omnicreante. Estos Arquetipos son los Guías de la Confederación Intergaláctica. Su naturaleza es astral y poseen capacidades multidimensionales. Viven en los astros y, si quieren, pueden crearse un cuerpo físico, puesto que, como ya he dicho antes, son creadores de formas y sustancias.
En la Ciudad de Oro no existen templos ni iglesias, no se ofician ritos ni se practican cultos, puesto que la Ley, la religión del pueblo de El­Dorado, es:
"AMA AL PROJIMO COMO A TI MISMO" La justicia, la paz, el amor y la fraternidad, están en el corazón de cada habitante.
El­Dorado, en un futuro ya próximo, emergerá desde el corazón del planeta para acoger al nuevo pueblo y a la nueva civilización, mientras que las tierras de la actual "civilización" terrestre conocerán las profundidades de los abismos según la alternancia cíclica de la Ley de flujo y reflujo, como una purificación y una "renovación" de cada cosa.

¿Dante Alighieri y Julio Verne, conocieron los dos grandes continentes: "Agartha" y "El­Dorado"?

No han sido los únicos personajes que han testimoniado, de modo distinto, la existencia de estos continentes subterráneos iluminados por un espléndido Sol dorado.
El último que dio la prueba fue el Almirante estadounidense R. E. Byrd, el cual, con su avión se adentró unas 1.700 millas por el espacio hueco del planeta.
Muchos otros personajes han sido visitantes de este maravilloso reino, y han contado su historia conservando el secreto requerido.
Es cierto que el poder de este reino es inviolable y que está tutelado por una ciencia y por una técnica que supera toda imaginación, todo concepto más allá de la ciencia.
Julio Verne sacó provecho de todo aquello que le era conocido en el campo técnico­científico, mientras Dante Alighieri, con su poema "La Divina Comedia" [edición italiana] , quiso significar lugares y destinos de los espíritus sabios y de los perversos, lugares de purificación, lugares de beatitud para el alma inmortal inteligente del mundo. ¡Hay tanto, tantísimo que decir!

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